Entrevista a Susana Malcorra
“Los ingenieros hablamos poco”
Viajaste y viviste en distintos lugares ¿Dónde tenés tu casa hoy?
Mi marido y mi hijo viven en Madrid, por ahora seguirán ahí, con mi madre. Debo cerrar mi departamento en Nueva York. Lo alquilé el 15 de octubre, lo que demuestra que no tenía un plan de venir acá. Iré a verlos cuando se pueda.
Nosotros hace mucho tiempo que estamos en esta idea de familia global. Tendremos que seguir manteniéndola.
¿Y cómo se lleva adelante ese “sistema”?
La tecnología ayuda pero es pesado no acompañar al otro en los momentos difíciles ni en los lindos. Ninguno estuvo en mi jura como ministra. Esas cosas duelen. No pudieron venir. Hubo amigos, mi cuñada, pero la familia no estuvo.
Sos ingeniera electrónica ¿Cómo se aplica a las Relaciones Internacionales?
La ingeniería sirve para tener una lógica de pensamiento. Me parece muy útil tener cierto patrón de lógica. No hay nada más en común, pero la vida me fue enseñando el resto de las cosas. Una parte importante de la Diplomacia es la empatía en las relaciones interpersonales, y eso más o menos me sale bien.
¿Cómo pasaste de la ingeniería a la diplomacia?
No fue simple. Estuve 25 años en el sector privado, 15 en IBM. Cuando entré era natural pasar de la ingeniería electrónica a la informática.
Después pasé a Telecom, en posiciones gerenciales. Me fui en 2002, después de la crisis, con la idea de empezar en una ONG, con un aporte desde otra perspectiva. Al tiempo un head hunter me llamó para decirme que en una organización de las Naciones Unidas se estaba buscando una mujer latinoamericana. Después me ofrecieron ir al Programa Mundial de Alimentos, una de las organizaciones humanitarias más grandes de las Naciones Unidas, y allí empecé mi carrera desde el área de logística, más dura, de apoyo.
Después el Secretario General me convocó para un área en las Fuerzas de Paz y me mudé a Nueva York, estaba en Roma. Cuando fue renovado su mandato me pidió que fuera la jefa de su gabinete y cuatro años después, acá estoy.
Trabajaste para las mayores catástrofes …
Sí. Cuando era Directora de Operaciones en el Programa Mundial de Alimentos y después fui la responsable de la logística en Cascos Azules, me tocó ver las cosas más difíciles y duras. Recorrí el mundo por líneas que el turismo no muestra: Afganistán, Irak, Medio Oriente y el África profunda.
El desafío de Argentina es volver a relacionarse con el mundo.
¿Con qué países?
Con todos. Obviamente hay lugares donde las inversiones o lo que tiene que ver con las importaciones/exportaciones es mayor. Eso empieza por el vecindario. La oportunidad más grande del mercado para nosotros es el Mercosur. Y Chile. También Bolivia, porque tenemos muchas relaciones vinculadas con la energía. Tenemos que trabajar estrechamente con los países con que no estábamos teniendo relaciones sencillas. Uruguay es un ejemplo. Hay un segundo grupo de países que presentan oportunidades en empleo e inversión, como España. Y después están los estratégicos: Estados Unidos o China.
¿Qué le pasaba a la Argentina en relación al mundo?
Las relaciones no tenían la fluidez que necesitan. Uno tiene que relacionarse con todos, partiendo de la premisa que habrá áreas en las que no vamos a estar de acuerdo. Antes había mucho foco en lo que nos separaba y una visión muy centrada en el consumo interno, que no atendió lo suficiente la inversión que venía y puede venir del exterior.
Todo suma. Hay que maximizar las oportunidades para generar trabajo, la única forma de llegar al primer objetivo: pobreza cero. Hay que armar una arquitectura fuerte de inversiones desde adentro. Si los argentinos no creemos en la Argentina es difícil convencer a los demás.
¿Con el Presidente se conocen desde hace mucho?
Desde mis épocas de Telecom. La familia era accionista de Movistar.
Nos vimos ocasionalmente. Fue una sorpresa cuando me llamó y me ofreció ser su canciller. Varios le propusieron mi nombre y a partir de ahí supongo que habrá hecho una investigación.
¿Con el resto de Cambiemos tenés relaciones?
Estoy conociendo a la gente ahora. Hace 12 años que vivo afuera. Yo tiro al diablo el promedio de edad comparado con el resto de los funcionarios (risas). Le dije al Presidente que una de las cosas negativas era que yo no conocía a la gente. El me explicó que se estaban armando nuevos equipos y que todos íbamos a tener que aprender a trabajar juntos. Me pareció una buena forma de resumir el espíritu.
Usas colores fuertes para vestirte.
Me han insistido tanto para que deje el negro y use otros colores este verano, que acá estoy.
¿Cuánto tiempo le dedicás a la coquetería?
Muy poco. Gimnasia tengo que retomar. Dejé a principios de noviembre.
El Gabinete tiene participación femenina. Pero es muy lento el avance de la mujer en lugares de poder.
Creo que la Argentina del siglo XXI tiene que tener la representación de género que corresponde, que es 50 y 50, con lo cual hay un trabajo para hacer.
Tenemos un Presidente ingeniero. Se dice que un ingeniero tiene un modo de razonar sólido pero muy estructurado. ¿Cómo lo ves?
Es un entrenamiento en la lógica. Como tu trabajo pasa por tener una lógica, terminás aplicando eso a tu vida, y la forma de abordar los temas
siempre pasa por una lógica. En general, son más sucintos en el uso de la palabra, hablamos poco.
¿Y eso es ponderable o criticable?
Creo que la palabra es un instrumento fundamental. Cuando uno tiene las ideas claras es capaz de transmitirlas en pocas palabras porque ya digirió todo el concepto. Cuando tiene que elaborar muchas palabras, es probable que las ideas no estén tan claras.
Siguiendo tu razonamiento, ¿la ex Presidenta no tenía claras las ideas? Porque hablaba horas…
Los parlamentarios, en general, son de hablar. Entonces, es por el ejercicio de la rutina parlamentaria.
¿Te han llamado los empresarios?
Me han llamado varios. Uno de los problemas de la falta de continuidad y de previsibilidad es que una vez que perdés el mercado, no es que te están esperando con los brazos abiertos, tenés que recapturarlo. Es lo que hay que hacer ahora.
¿Qué diferencias encontraste en el Macri de los ‘90 con el de ahora?
Muchísimas. Ahora veo una persona con flexibilidad, maleabilidad, más plastilina. Es una virtud ser capaz de entender, moldearse y adaptarse.
¿Cómo participa Cancillería con los fondos buitre?
Las embajadas tienen que cumplir un rol, vamos a acompañar a viento fuerte, es una cuestión privada pero en todo lo que podamos ayudar para explicar y alentar, allí estaremos. Macri habla de la importancia de la relación con Brasil. El gobierno de Dilma Rousseff tenía más afinidad con las políticas de gobierno de Cristina Kirchner.
Creo que Brasil tiene una política exterior muy de Estado, y los brasileños son pragmáticos, así que no creo que haya problema.
Se derogó el memorándum con Irán, ¿cómo va a ser la relación con ese país?
Nos sentaremos y hablaremos. Que tengamos un conflicto no quiere decir que no podamos encontrar oportunidades en el área comercial. Es fundamental que la ciudadanía conozca todo lo que se hace.
De todas tus cualidades ¿cuál es la más útil para esta flamante tarea?
El manejo de los tiempos. Tengo intuitivamente la noción de cuándo hay que apretar algo y cuándo sacar el pie del acelerador. Y sé cómo manejar las relaciones de los grupos para intervenir fuerte o no tanto.
Me sale. Los que me conocen hace mucho tiempo dicen que es lo que más les sirve para trabajar.